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Hay ocasiones en que la palabra no alcanza, pero las historias prosiguen, nos aturden, nos rozan, nos iluminan, nos estremecen, nos acercan, nos hace comprender, nos dañan, nos curan, nos ayudan a crecer. Y donde la palabra no llega, el gesto eclipsa, nutre, poda, mima y asi en cada instantánea están las historias vividas, soñadas, negadas, abiertas para quien quiera y pueda contemplarlas.
2 comentarios:
Ahora, con el verano y cuando hace buen tiempo por aquí anochece a las diez y pico. ¡Rarezas! La noche se hace día.
Si ni siquiera tenemos clara la frontera entre la noche y el día, ¿qué nos queda a nosotros, míseros mortales?
Un saludo.
Soñar, ver más claro lo que nos alimenta, lo que nos ata, lo que nos emociona y lo que nos lleva aseguir caminando.
¿Dónde estás en la Argentina?
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