domingo, 1 de junio de 2008
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Hay ocasiones en que la palabra no alcanza, pero las historias prosiguen, nos aturden, nos rozan, nos iluminan, nos estremecen, nos acercan, nos hace comprender, nos dañan, nos curan, nos ayudan a crecer. Y donde la palabra no llega, el gesto eclipsa, nutre, poda, mima y asi en cada instantánea están las historias vividas, soñadas, negadas, abiertas para quien quiera y pueda contemplarlas.
2 comentarios:
Precioso punto de encuentro. De lo mejorcito de España. Claro que me queda un poco lejos de mi espacio vital. Acabo de leer en "El País" que son diez miserables kilómetros el espacio en que nos movemos, en el que desarrollamos toda nuestra peripecia vital. Sólo eso: en diez kilómetros están nuestros sueños, nuestros amores, nuestras frustraciones. Todo.
Un abrazo bien cercano y bien fuerte.
Comparto tu mirada, a mi ya me queda lejos Salamanca ahora mismo, pero bueno volver es cuestion de sacar un billete y cinco horas de carretera, y alli nos plantamos.
Eso de los 10 km como que no, me niego, me niego, nos moveremos 10 km en los circulos habituale,s que tampoco es así, yo recorro 30 para ir a trabajar todos los días, con lo cual de 10 nada. El mundo e stabn grande, el alma viaja con la música con el sonido, bastan unos compases como el domingo pasado para volver a ver a los derviches danzar en pleno valle del Gorem en la Capadocia (Turquia) y revivir la emoción, el calor de aquellos días del verano pasado. No hay límites para el alma y las fronteras nos devuleven el limite de nuestros sueños, de nuestra voluntad, de nuestro coraje.
Un abrazo y como siempre gracias por tus comentarios, me alegran el dia.
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