lunes, 24 de marzo de 2008
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Hay ocasiones en que la palabra no alcanza, pero las historias prosiguen, nos aturden, nos rozan, nos iluminan, nos estremecen, nos acercan, nos hace comprender, nos dañan, nos curan, nos ayudan a crecer. Y donde la palabra no llega, el gesto eclipsa, nutre, poda, mima y asi en cada instantánea están las historias vividas, soñadas, negadas, abiertas para quien quiera y pueda contemplarlas.
2 comentarios:
Dichosa culpa que atrapa los momentos que dedicamos a dar forma a nuestro deseo. ¡Cómo librarnos de ella!; quizás congelándola detrás del arco iris, en lo profundo del pavimento, siendo pisoteada por gente anónima… ¡Dichosa culpa!, y aunque sea por un solo instante, imaginarnos libres de ella…
quizás sólo sea la sombram una sombra que nos acompaña en el caminar hacia el deseo, y aparece justo cuanod el deseo está en el horizonte, a nuestra espalda impulsándonos para tratar de frenar, para darnos perspectiva de lo más humano, para que no ns creamos Ícaro y nos quememos poniendo rumbo al sol. Acompaña, pero no enturbia, pero no controla, no decide.
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