sábado, 12 de julio de 2008
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Hay ocasiones en que la palabra no alcanza, pero las historias prosiguen, nos aturden, nos rozan, nos iluminan, nos estremecen, nos acercan, nos hace comprender, nos dañan, nos curan, nos ayudan a crecer. Y donde la palabra no llega, el gesto eclipsa, nutre, poda, mima y asi en cada instantánea están las historias vividas, soñadas, negadas, abiertas para quien quiera y pueda contemplarlas.
3 comentarios:
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Escenarios de infancia, fijados en la retina al calor de los afectos; desdibujados por el paso del tiempo, agrandados en el armario de los juegos infantiles... Y la foto nos devolvió la emoción...
Este emplazamiento no se agranda en mi retina, quizás porque he vuelto a él cada año, porque es de los pocos cementerios donde la muerte se vuelve risa, placidez, dejarse ir corriente abajo, en la lancha hinchable que tardaba en hinchar el tiempo que hacia la digestión para poder zambullirme... Y una cuerda larga, larga para poder quedarnos solas y volver a la orilla tirando de ella porque no controlabamos lo del remo. El primer lenguado que pesqué y el único,... son tantos los momentos gratos que la muerte no es más que umbral lejano, marco pasajero
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